La moral es un bicho raro. Nadie sabe exactamente qué son el bien o el mal pero cada uno realiza juicios morales constantemente. Vemos personas botar un papel por la ventana del carro y se sacuden nuestras ganas de sacudir al otro. Vemos las noticias y nos preguntamos cómo es posible que el ser humano sea tan ruin. Últimamente el humano ha dirigido estos juicios morales hacia la conservación del medio ambiente, especialmente hacia la protección de animales y plantas. Y cuando digo animales y plantas me refiero a animales porque en la mayoría de casos las plantas empiezan a importar cuando impactan directamente en los animales. Y cuando digo animales me refiero a animales grandes, porque a nadie le importa cuando se muere una colonia de abejas pero dan saltos mortales hacia atrás cuando un mísero oso polar se muere. Producto de estos nuevos encuentros con la bondad, ahora se está juzgando las corridas de toros, las peleas de gallos, los circos con animales y hasta el hecho de comer carne.
Empecemos con las corridas de toros y las peleas de gallos. En primer lugar no entiendo como se exasperan tanto sobre la matanza de animales. Es necesario recordar el complejo industrial de la producción masiva para el consumo de carne. Quien ha ido a un matadero y visto una res de media tonelada colgada de las cuatro patas en un riel donde se sacrifican a cientos de animales por hora, reconoce que incluso es menos cruel una corrida de toros donde al menos el animal tiene alguna posibilidad a conservar su vida. Entonces cuando no se trata sobre la muerte del animal se trata de escupir en la gente que disfruta de la tortura de un animal. Se arrancan los pelos de la ira con la violencia en las peleas de perros, las riñas de gallos y las corridas de toros; pero se les olvida la última película de acción o el libro de vampiros que están leyendo. Y es que la violencia como atractivo sensorial no debería ser un secreto, todos disfrutamos una buena película donde el héroe mata a todo un ejercito a punta de espada. Los romanos tenían el circo romano y nosotros tenemos Hollywood. Al final el humano es un animal y es inherente a él el asombro por la violencia. En palabras crudas es así. Durante varios años se cría un animal con el único propósito de resaltar sus instintos de pelea. El producto es un animal con las cualidades de un asesino. Cuando llega a ruedo no desilusiona, el perro muerde, el gallo manda el espolón y el toro cornea.
Cabe remarcar que hay mitos muy difundidos con ánimos de empantanar tradiciones de hace mucho tiempo. No es cierto que el toro es cegado durante varios días, ni que es pateado ni maltratado antes de salir al ruedo. En primer lugar no está en los intereses del ganadero criar un animal durante varios años para luego untarle vaselina en los ojos como dicen algunos mails en cadena risibles. En segundo lugar cualquier persona que haya ido a toros puede confirmar que horas antes de la corrida es posible pasearse por debajo de los tendidos y echar un vistazo a los toros para decidir la calidad de la corrida. Es cierto que el toro sale a ruedo en gritos y se encuentra perdido, es cierto que luego es apuñalado con varas por hombres montados en caballo, es cierto que luego se cuelgan banderillas de su piel con ganchos de metal y por último, también es cierto que el matador clava una espada de más de un metro que perfora órganos. Se preguntan cómo es posible disfrutar ese acto pero olvidan que muy adentro añoran batallas épicas, filmes gore, y cuánto género existe donde se derrama sangre y se cortan cabezas.
Cuando se prohíben peleas de gallos, empresas de nivel nacional patrocinan corralejas. Lo que es la vergüenza de algunos es el negocio de otros. Adoradores de la naturaleza la clasifican como bondadosa casi a nivel de deidad, pero se olvidan de que la naturaleza es voraz. Aquello que tomamos como estereotipo de bello no es sino un espejismo, producto de un legado cultural. Solo falta ver que 99,9% de las especies que alguna vez existieron están extintas para darse cuenta que esta exaltación estética de la naturaleza es tan efímera como la pureza del ser humano. Cuántos días cree que puede vivir un hombre en el trópico sin ser consumido por el calor y los insectos?, cuántos días puede vivir un hombre por sí solo en cualquier hábitat conocido?, Cuántas veces se ha preocupado un virus por acabar con una familia completa de especies? Por qué debería ser nuestro trato con la naturaleza diferente al que ella nos dá a nosotros? Si tuviera la oportunidad, en qué momento la naturaleza velaría por el bienestar humano tanto como decimos hacerlo nosotros ahora en la forma inversa? Es una batalla con un enemigo que no sólo subestimamos, sino que estamos encaminando a ser nuestro verdugo.
Hay aquellos que incluso elevan su sentido de superioridad pretendiendo dejar de alimentarse de carne animal. En primer lugar cabe resaltar que el desarrollo evolutivo del cerebro está fuertemente ligado al consumo de carne. Y si no fueran pocas las razones “naturales” de comer carne, sobra decir que el organismo humano necesita de las bondades proveídas unicamente por el cadáver de otro animal. Es totalmente cierto que si todos dejáramos de comer carne habrían suficientes alimentos para satisfacer a toda la raza humana, pues cultivos dedicados al levante de animales podrían ser dedicados al consumo humano. Pero mientras el sistema cae, me gustaría recordar a aquellos vegetarianos que creen que ayudan a los animales que su dieta no está libre de sangre. El sistema de producción masiva en los cultivos aniquila a millones de animales al año cuando se recogen siembras con maquinaria, que acaban con ecosistemas de topos, aves, conejos silvestres, y ni hablar a nivel molecular. A nadie le sería práctico hacerle un funeral cuando se muere una célula de su cuerpo. Por último, en serio creen que las plantas no sienten? Está comprobado científicamente que las plantas son capaces de comunicarse e incluso de generar estímulos bajo acciones externas clasificables como sentimientos de placer y dolor. Entonces por qué comer plantas no es tan vil como comer animales?
El humano intenta continuamente ponerse en un lugar exaltado en cuánto a las otras especies, y este sentido de superioridad genera escenarios que auspician la discriminación entre especies, que en último redundan en credos ecologistas que son bocetos de religiones. Ambientalistas persiguen ciegamente una fe basada en ideas procesadas por cajas de televisión y premios Novel a ex presidentes gringos. De un lado está la ciencia que cree en el desarrollo sostenible y del otro está una religión basada en la satanización del progreso. Gracias a interminables experimentos con animales vivos, los mismos protestantes, que agitan ciegamente carteles, podrán protestar durante varios años más. Se descubrió el funcionamiento del sistema circulatorio gracias a vivisecciones practicadas a animales, vacunas que previenen cientos de enfermedades son probadas primero en animales, funciones especificas del cerebro son detectadas en ratones. Nadie quiere que se experimente con animales, pero cuando su madre está en el lecho de muerte claman por un trasplante de corazón producto de años de practica científica en animales o por una medicina milagrosa que salió al mercado después de rigurosos ensayos en laboratorios con seres vivos. En cuarto de primaria abrimos nuestra primera rana.
Después de siglos de generación de conocimiento científico, la biología se encuentra estancada por un tabú puramente adquirido por tradición cultural. La facultad de experimentar con seres humanos está condenada por conservadores que no quieren jugar a ser dios, como si existiera tal cosa. No es cierto que si un dios nos dio la capacidad del entendimiento de nuestro propio destino, no deberíamos poder modificarlo? Está en las manos del humano disponer de técnicas de clonación y selección artificial para terminar con enfermedades congénitas horribles que afectan a niños inocentes, y después de dar el paso de la conservación seguir por el de la perfección. La eugenesia no debería ser un tema de debate político sino un proyecto de superación como especie.
La vida o la muerte son solo definiciones arbitrarias tanto como el bien y el mal. Ningún acto es inherentemente bueno o categóricamente malo. La divinización del humano solo conduce a poner a la especie en un frasco de vidrio y su posterior exposición en un altar. Solo cuando nos demos cuenta que somos sólo un corto capítulo en la historia del universo, podremos entender totalmente lo que somos, sólo cuando entendamos que somos un animal estaremos librados de la moral.